viernes, 2 de julio de 2010

la superficie rota

es inadecuado. la muerte propia no tiene descripción pero cualquiera sea el imperativo que te obligue, debes dejar sentado algunas sensaciones. la gente que lee sobre la muerte quiere eso: ver en imágenes lo que nadie puede ver hasta que llega, quiere tener en sus manos bien agarrado al macaco que ya no existe, que murió o está en ese proceso en este mismo momento y que le cuenta exactamente de qué se trata, quiere saber que el pecho se le resquebraja, la gente que quiere leer sobre la muerte es así, porque cientos de animales golpean con sus cabezas, atormentan con sus hocicos la cáscara dura del pecho buscando una salida, porque una bandada incrusta sus picos entre las costillas y desprenden el esternón. porque un reptil se arrastra ubicando sus patas a ambos lados de la columna partiendo desde la cintura hasta poder apretar entre sus dientes la nuca, deslizar subcutáneo, todo bajo la piel. la muerte ocurre bajo la piel. todo dentro del cuerpo. la muerte ocurre dentro del cuerpo. la muerte ocurre desde dentro hacia afuera. tiene una dirección. la muerte te persigue siempre en un mismo sentido. lacera. humecta. roe. escama. paraliza. pica. rasga. la muerte propia no difiere cuando ajena. toma entre sus dedos cada hueso y lo parte una y otra vez. se introduce en cada arteria y como si tuviera una filosa aleta dorsal corta longitudinal, abre un solo surco. produce temblores, sacudones, choca contra los órganos blandos, los ulcera, los bebe, los seca. la muerte paraliza y se nutre de esa parálisis. se abre paso. es un nadador subacuático sediento de aire, se abre paso a través de las corrientes busca la luz que lo enceguezca para romper la superficie y tomarlo todo para sí

sábado, 19 de junio de 2010

la muerte propia

a las 10:38, unos 15 minutos después de haber muerto, ella aún sentía como fluía la sangre en muchos de los rincones de su cuerpo. no sabía muy bien que estaba pasando, qué está pasando en este momento en el que las células comienzan a a apagarse. pero la parte fisiológica no le parecía algo demasiado importante. ella esperaba por lo otro. quería saber qué cosas vendrían luego. hacia dónde derivaría el hecho de su propia muerte. ella es alicia y sabe perfectamente que ha muerto y espera los sucesos, está ansiosa por esa cosa que ella imagina como un desencadenamiento, un arrebato incontenible, una especie de avalancha, de piedra suelta en la ladera. alicia imagina que no debe de haber espectáculo más impresionante. esa ansiedad no es de ahora, la persiguió toda la vida. en el pasado, incluso cuando era una mujer joven, muy joven, imaginaba que los acontecimientos de la muerte abrirían un espacio en el cual las letras de una frase y otra frase y otra frase caerían formando nuevas palabras y nuevas frases en cada uno de los rebotes de esa caída. alicia no tuvo marido pero tenía un amigo que se escandalizaba al enterarse de esos pensamientos, le decía, a quién se le ocurre estar especulando acerca de la propia muerte. frases nuevas con las mismas letras de siempre, con la sonoridad de los mismísimos fonemas, ¿qué clase de muerte es esa? --en ese momento no necesitaré a nadie a mi lado --solía decir alicia, y completaba rematando con: --de eso estoy segura. a las 10:41, alicia pudo observar con toda claridad un animal que volaba no muy lejos de ella aunque lo sabía lejano y también sabía que nunca llegaría a posarse en el dorso de su mano, luego observó detenidamente las hojas en tumulto de dos arbustos que crecían a ambos lados de su cuerpo. clases de vuelo darle al vivo y al muerto en su lomo con golpes de lluvia que adormecen casi todo el terreno le dejan pintas rojas lo vuelven vaporoso se extrañan los graznidos no vuelvas no vuelvas. a las 10:57 el mundo ya no es mundo. hay dos caballos quietos en el silencio de una tarde invernal y sin mediar sonido se agitan y corren uno hacia el horizonte otro hacia ella y sube sobre sus hombros y la desprende del suelo y la agita en el aire como una fiera que la tuviera entre sus fauces y la golpea en los látigos del aire.

jueves, 17 de junio de 2010

una trampa es una trampa

no hay manera de que las palomas escapen de esta trampa. se trata de un aparato de alambre, fabricado por las manos de mi abuelo, que se levanta del piso en forma convexa y es implacable con ellas. la malla o el tejido "o como mierda se llame" es de dibujo exagonal, pequeño, cerrado quizá sea el adjetivo que mejor describe la densidad del dibujo. las aberturas por las cuales ingenuamente las palomas ingresan a la trampa son redondas. la trampa tiene tres o cuatro de estas entradas en lo que podría decirse son sus costados. el secreto para que los pobres bichos no puedan salir, una vez que han entrado graciosamente a la jaula, está en una especie de mangas de alambre que desde los círculos de cada una de las aberturas de entrada se extienden hacia el interior, afinándose, haciéndose más y más estrechas a medida que avanzan hacia el centro del tramposo espacio. pero los bichos son bichos, no calculan, su instinto no está preparado para razonar las posibilidades que le esperan una vez dentro de ese círculo (no lo dije la jaula es circular) donde abundan los granos de maíz que las atraen. el hombre que ha puesto allí el aparejo sí ha razonado, calculado las posibilidades, previsto las formas. primero hizo un dibujo sobre un papel amarronado en el que había traído del mercado, envueltos, unos bollos rellenos de dulce de leche. luego buscó los materiales, los dispuso cerca del lugar de trabajo elegido y con una pinza común y una tenaza no muy grande inició la tarea. construyó un aro de alambre grueso, bastante pesado y rígido, la base de la jaula. después unió los trozos de tejido alambrado de dibujo exagonal formando una especie de iglú pero de alambre. Construyó aros más pequeños, para montar las entradas, también con alambre grueso y rígido les fabricó las mangas dejando asomar una sonrisa mientras las hacía finitas en la parte interior. Cuidó bien de hacerle unos flecos de alambre pinchudo por si los bichos intentaban acertar el pequeño agujero para salirse, aunque esa acción resultara improbable. pensó: debo cuidar todos los detalles. pensó: un buen guiso de palomas resulta sabroso. pensó: los tomates están madurando, las zanahorias ya deben estar en tamaño justo, los morrones se están poniendo bien rojos... pensó: un buen guiso de palomas es muy sabroso. midió los círculos de las aberturas y cortó el alambre de la estructura principal para montarlas. anudó cada hilo con cuidado y cuando estuvo lista la dejó en un rincón del galpón hasta el día siguiente. una trampa inútil en la noche: inútil e inservible. ahora ya no es la noche y la trampa está en su lugar, junto a los galpones de la arrocera. el hombre, mi abuelo, ha puesto suficiente maíz en el interior de la jaula como para alimentar a una gran bandada de palomas. los granos naranjas con sus destellos parecen ser parte de un coro de arrogantes adolescentes. las palomas entran y el mecanismo comienza a funcionar. al terminar sus horas de trabajo matutino, el hombre va hasta la pileta, con la camisa arremangada hunde los brazos en el agua que usa para lavar las verduras, se higieniza, luego busca una bolsa de tejido rústico y camina con tranquilidad hasta la trampa. abre la puerta rectangular que está ubicada en la parte superior, mete la mano y va atrapando, entre el aleteo y las plumas a cada uno de los bichos. los coloca en la bolsa que mantiene cerrada con la otra mano. terminada la tarea y con la bolsa llena va hacia el galpón, ata la boca de la bolsa con un hilo y se marcha hacia la casa. la muerte vendrá después, más tarde, a quedarse en el cuerpo de cada pájaro. una trampa es una trampa.

miércoles, 24 de febrero de 2010

ÉPICA DEL INFIERNO Y LOS ROEDORES - tercera parte

27

opacidad volúmenes y cuerpos — sin definición — no es posible una descripción detallada más allá del ahogado gruñido —la velada imagen de un mundo cuya fuerza es la desesperación del presentimiento — no hay lo abandonado — no hay lo perseguido — tránsito absoluto inevitable como las plumas que le crecen en el cuerpo a las aves o la inmodulada voz de un grito animal — una guía en medio de aquella manada



28

manada y jauría tendrán que encontrarse en el ida y vuelta de la superficie al centro, del centro a la superficie — estampidas en ambas direcciones — el miedo que ocupa todos los cajones y se desbarranca — el miedo que los ata y empuja — nadie muere pero no se puede afirmar que alguien esté vivo en estas profundidades


29

un vaho, un hálito cristaliza las paredes de barro — espejos de una realidad que no puede verse — el reflejo que está en el más allá permite ahora percibir el modo galopar del devenir — toboganes de cristal untados de una materia oleosa —


30

asomar la cabeza en la superficie, en la boca barrosa del otro mundo, posee un color inexpugnable — todo lo que había sido erigido reposa en los subsuelos — no se ha derrumbado — la ciénaga abrió su bocaza — de la dañina luz enturbiadora brotó el hálito de cristal y fundó un gran espejo negro — deambulan ciegos los antiguos custodios — sus fauces ahora sin dientes — ya no los necesitan — ningún alimento


31

ni aguas ni espacio aéreo — no más la superficie — no más la profundidad — no más el alto cielo — el temor y sólo el temor vive en el temor que se ha hecho temor y más temor, cada vez más temor — sin exclamaciones — la simple mudez de todas las cosas vivas e inertes — recluidos para siempre los sonidos que impregnaban la opacidad en cada pared y los liberaban luego en las profundísimas madrugadas para asombro de guardianes y desprevenidos — recluidos para siempre —


32

se podría decir que sólo abajo — más abajo — muy abajo hay algún indicio — aunque no hay jadeos ni resplandores — sólo espejos negros de una materia confusa y dura — empellones — extremidades callosas que se hunden en la propia carne y manchan — viscosidades — y el sordo temblor de los canales oscuros — estallido


33

roedores con escamas quiebran — no podría definirse especie alguna en el agresivo fulgor de sus presencias — maravilla de las profundidades — del centro del centro — hechos y contrahechos en un mismo cuerpo — uno y miles en la oscuridad y sin embargo la furia de sus dientes claramente dibujada en fuegos de colores sobre los retazos afilados de los quebrados espejos — la irrupción — el quebraderal — cristales y fuego y escamas y barro y sangre y reflejos y el animal uno y vario que se abalanza — los buscadores se funden en una sola masa con las paredes de los túneles — parece entablarse la vieja lucha entre quietud y movimiento


34

forman capas sobre el barro — las fauces despedazan — no puede saberse si es una o multitud — al menos no así tejidos de manera tan convencional — hay dos formas inevitables de dibujar las puertas : escape y fuga — las crestas erizadas — un vaso de agua en este mismo momento puede ser un tobogán al cielo o al infierno — la música de un casco de naranja inútiles mapas para el monte cerrado : de una linterna, imprecisa luz — encontrarla — ay, encontrarla — radiante, allende los troncos y espinas — la fruta en el momento de ser calada por un cuchillo cuyo filo oxidado constituye una parodia sin escenario posible — y arrancan la piel y la ponen en las tapas del libro de la vida — la forma o el puro olfato — la vieja historia de acoplar instintos — y se los traga la oscuridad — y reposa sobre las sábanas una vibración


35

una composición musical que en sí esconde de los extremos — la flor que cae y la que se abre — un cielo que no se puede sacudir del sólo estar en silencio — y sin embargo a punto de saltar sobre sus víctimas — la calle ha sido trazada bajo la sombra de una versión anterior — escalera que no posee puntos de apoyo — hierbas en el mortero — la savia que surge en el vientre de madera — la sangre que se queda en el cuerpo — nada puede decirse sobre un mundo que no les pertenece


36

la máquina no es infalible — su torpeza es de un color agrio — pestilencia tiene el instante — su esencia está en las dentelladas — las fauces se cruzan unas sobre otras en una sola nota, altísima, chirriante, en el grito de quienes salen del barro y al barro vuelven — los roedores regresan — los ciegos con sus escamas — y su escarbar hacia el centro cesa — la ausencia todo lo cubre — el silencio le tapa cada uno de los sentidos — diente con diente — garra con garra — las esporas sí, la expansión


37

y en el hueco donde se seca la sangre, el derrumbe de lo excavado — y en la superficie no más que una gelatina sin límite — la que se agita leve aún es atraída por otro astro de mayor poder —

ÉPICA DEL INFIERNO Y LOS ROEDORES - segunda parte

19

no se han tejido lazos — una comprensible madeja de nudos en su peculiar manera de cerrarse o aún un dejarse estar en sus sitios asusta — la forma que encuentran de desdibujar puertas — como círculos concéntricos sobre un mar de ojos cerrados — de crestas y toboganes — con velocidad conciben y paren : aumentan el tamaño de su propio ejército de cuerpos escamosos — los más pequeños asoman sus garras chiquitas — las cerdas de su piel tan parecidas al galopar que se agiganta y brota desde el fondo — animales extraños los unos y los otros — sierpes que lo mueven todo


20

buscan la incierta luz — ay, cómo buscar la fronda que habla — la fronda que no hay y plagada de voces — hay los ciegos — los pusilánimes que se han quedado sin infierno y sin futuro enterrados en la incierta luz — en la niebla venenosa — y la niebla abrasa los cuerpos de peltre que buscan la sordina de las voces — espléndidas se les aparecen y se borran en el mismo momento — flashes del miedo y calzan las botas de andar en silencio cayendo de un recipiente a otro y así sucesivamente — una sabana de mojones color peltre la mierda de los guardianes come troncos — de un recipiente a otro sin fricción alguna — sólo el fluir intermitente en el aire envenenado — el líquido que son se va enfriando más allá del límite de lo posible — el fluir se torna azul


21

la vieja historia de acoplar instintos — ¿acaso es para extrañarse? — los simplísimos movimientos no quedan dibujados en ningún papel — ese es el secreto de lo perenne —¿cómo aplicar los secretos principios de la física donde caer es levantarse? — estos roedores que vienen no poseen el sentido de la vista — perciben las formas más allá de cualquier sonido que puedan emitir — puro olfato — puro oído — las mandíbulas ya sienten el ruidoso llamado de los huesos que yacen bajo las escamas — son una luz que muerde y en su galope los cuatro vientos sin reposo les dan ese hálito ese deseo imparable de matar


22

en el centro exacto el planeta no gira — es un punto inmóvil — pero la luz es inhabitable y sabe amar cuando llega la hora y calienta y seca y derrite — la misma historia en el centro de todas las cosas — ígnea presencia — y nadie se pregunta de dónde viene la vibración — sólo las huestes que aumentan — las esporas que brotan y alimentan — una composición musical que en sí misma esconde los extremos


23

y sin embargo hay un cielo que cada quien puede sacudir con sus propias manos — una sábana mortuoria — una mortaja simple como el silencio — un momento que queda encerrado en las imágenes de un pedazo de barro que nace y otro que comienza a abrirse cayendo al lodo — un diálogo permanente de balcón a balcón todos y cada uno sin baranda — todos saltando sobre el sueño de la salvación en el que fabrican seres que aún no nacen


24

en el más allá del redoble de patas en estampida — más allá del fondo duro que continúa avanzando con los arañazos de la turba — in crescendo el sonoro ataque — se bifurca por primera vez — comienza a conformarse la estructura de racimo propia de hormigas y roedores — uvas amargas lo pueblan — están ahora trazadas las arterias de un nuevo mundo que no quiere detenerse — en cada uno de los topes — en el fondo de cada calle, la estampida también se multiplica — es un ejército que ahora deja oír sus chillidos — ya lo dijimos : como agujas de hielo lanzadas a una velocidad inaudita — la oscuridad se mantiene — pero la sombra ya no es amparo y el silencio ha rodado por las escaleras


25

aún hay sangre en esas masas informes que se autoalimentan — los buscadores de amparo en las tinieblas no poseen herramientas ni armas — solo su voluntad de ir — con golpes secos — la esperanza y el miedo son una sola masa — intentar comprender es definitivamente vano — aunque en la oscuridad, igualmente se proyectan sombras sobre las paredes de los apretados túneles — ahora se asemejan peligrosamente a gallinas espantadas ante la presencia de una gran familia de comadrejas — el pequeño infierno terroso — mordeduras que comienzan a ser recordadas antes de ser recibidas — las sombras comprenden que es la sangre lo que buscan los desconocidos animales — construyen túneles falsos y allí entran en grupos pequeños a hundir sus propios dedos en los cuerpos — se ayudan unos a otros a derramar su propia sangre y luego tapian los túneles — pero advierten que nada detiene a los que vienen en su busca


26

gruñidos y aleteos sin figura — nada pueden decir sobre un mundo que no les pertenece — todo lo animal no es puro instinto — hay una secuencia — un acercarse a las funciones primordiales — nadie les pide que corran pero la fatalidad les señala el sitio donde deberán caer extenuados —

ÉPICA DEL INFIERNO Y LOS ROEDORES - primera parte

1

pasadizo y bajo tierra están sin otra misión — aquellas flechas no vagan por el aire con su temblor de segura muerte — quietas ahora sobre la tierra que es el arriba o de pie en las paredes arrinconadas de los pasadizos — esperan al amo — quien blandiendo su espina suelte toda la furia — no me crean — todo esto es una vulgar mentira — los aires no hay aquí para nadie — en otro momento quizás — pero no ahora — cavernoso este sitio se las ingenia para aplastar toda intención de furia — yacen en racimos — las manos fláccidas a un lado y otro del cuerpo — no tiemblan ni se tensan — se dejan estar en una blandura malsana y opiácea — las voces de los primeros tiempos continúan rebotando sin fuerza en los corredores — hay barro y roedores que acaban de ser descubiertos — válgame dios si éste no es el infierno — alejada toda voluntad de crucifixión — invadidos los cuerpos por costras vivas que les dan sin paradoja alguna una capacidad de acción que jamás soñaron


2

escarban en la tierra helada — una potencia que desconocen mueve sus brazos — animales sin linaje buscando la salvación más abajo — las miradas incrustadas en la nada oscura que les presenta su propia acción salvaje — hienden — bajo la piel del rostro no se percibe alma ninguna — el cristal de sus ojos es impermeable a todo gesto — cada tanto alguno lleva a la boca un puñado de tierra — la sal y el agua que esconde esa masa que separan para llegar al fondo es una atracción prácticamente irresistible — van transformándose a medida que se entierran en los huecos que abren — enfrentarse a la oscuridad es un desafío más leve que lo real de esa luz mezquina que abandonan — luz al fin — sierpes — perderse es encontrarse en esta ciénaga cubierta de nieve a veces — de vegetación informe — el lodazal es la puerta de entrada — y sus corazones vibran ante la latente posibilidad de alejarse para siempre de lo más temido — una superficie hostil — una cavernosa posibilidad de encontrar el fuego — deberán atravesar ríos de corrientes más feroces que un hambriento enjambre de agujas de hielo


3

qué clases de engendros irán a su encuentro —


4

sueltan las esporas de los hongos — único alimento — en sus propios cuerpos costrosos de oscuridad nacen y es la noche


5

sólo los guardianes que en las bocas de entrada han quedado — los hombres y mujeres más feroces — sólo ellos se permiten la mezquina luz de la superficie — están armados con maquinarias habladoras — convincentes — ni musarañas — ni ratones — ni ratas — ni castores — ni marmotas — ni topos — ni liebres — ni conejos — ni comadrejas: mykuré kuéra — ningún roedor debe pasar las máquinas — sus cuerpos son molidos y consumidos por la voracidad de los guardias — los vagabundos del infierno de la luz mueren cerca de las bocas de entrada — sus miradas perplejas ante la imposibilidad — vencidos de antemano


6

arriba: niebla — abajo: hongos —


7

toda descripción es corroída de inmediato — deberías estar aquí para saber cómo es el mundo nuevo — el hombre ahora es definitivamente mediocre — la imaginación una máquina carcomida por la herrumbre — hollywood: qué extraña suena la palabra acción en la hundida opacidad del nuevo mundo — no hay quien escriba la imposible historia del imposible no lugar —


8

me traiciona lo que fuera — el yo narrador de nada no tiene ángulo — no hay posibilidad de constituirse en narrador sino desde la primera persona que es último engendro de una catástrofe para la cual aún existe la esperanza de caer un poco más —


9

magnetismos de otra índole ocupan el escaso espacio —


10

no hay lluvia posible sino barro en los pies — gangrena en ciernes —


11

ninguna posibilidad de carpintería — madriguera —


12

no hay diáspora sino aglomeración — lo profundo siempre puede ser más profundo — los detritos son devorados con la misma ansiedad con que las flores en la prehistoria se convertían en frutas jugosas —


13

huir de la niebla — de la nieve — de la tenue luz del arriba — volver al fuego — a sus entrañas: una obsesión sin palabras — el silencio rodea los deseos más profundos y los va moldeando — roen la tierra y son, créanme, mazacotes de una sustancia que ya no puede ser nombrada como carne y hueso — parecen máquinas de un metal similar a la arcilla — no puede haber colores —


14

ya no respiran más que barro — se hunden — se salvan


15

son su propio alimento y cada parte que les crece es devorada — las esporas han aprendido y conservan en su memoria una historia de amor tan vil y baja que podría compararse con la profundidad mutante en la que se mueven como reptiles — las extremidades son ahora sofisticadas excavadoras que también tienen movimientos nuevos — se hunden con facilidad aún en las napas más pétreas — el agua en estos casos es una molestia — impedimentos fortuitos que han aprendido a sortear con soltura de saltos equinos


16

en la superficie estrías fabulosas dictan sus textos mostrando la esencia: el mismo hueco de nada que da sentido al vaso y cada canal se llena de inmediato de la materia que le fue dada en el inicio — la transformación es también de los guardianes — agotada la famélica carne de los vivos que merodeaban ciegos en torno a las bocas del infierno han aprendido a hacer de la nieve y de la misma niebla venenosa su manjar predilecto — Las secas ramas de los vegetales que se mantuvieron en pie les sirven — yerma es la tierra que ahora rodea las bocas barrosas y sanguinolentas — la furia les ha crecido — de la mirada y las manos ha pasado a ocuparles las partes más recónditas del cuerpo — no son salvajes en el estricto sentido del término sino bolas de un fuego maligno y obtuso —


17

en los hilos que no se ven — que los mueven — se esconden brevísimas las sierpes de los secretos que inventan el cómo a cada empellón — no — no son pasos sino topetazos los movimientos de la nueva orientación — y no se dejan ver sino a través de las advertencias que sus cuerpos sin más nombre que el barro emiten en la plenitud de lo oscuro — todo lo simplifican — no trazan mapas — el futuro está más abajo y los invisibles hilos los mueven


18

el tremor de un galope apretujado — tembladeral es la tierra y tienen ahora, estos subterráneos, sordos ruidos — el sonido rompe la música esponjosa de los empellones — esa armonía — se forma una barrera — hay que luchar por el espacio