sábado, 16 de julio de 2011

la superficie rota

es inadecuado
la muerte propia no tiene descripción
la gente que lee sobre la muerte
quiere aprehender en imágenes lo que nadie puede ver hasta que llega
quiere tener en sus manos bien agarrado al muñeco que ya no existe, el muerto o el que está en ese proceso en este mismo momento, alguien que le cuente exactamente de qué se trata
quiere saber que el pecho se le resquebraja
la gente que quiere leer sobre la muerte
imagina que cientos de animales golpean con sus cabezas y atormentan con sus hocicos la cáscara dura del pecho, buscan una salida, que una bandada incrusta sus picos entre las costillas y desprenden el esternón. que un reptil se arrastra a ambos lados de la columna y al fin aprieta entre sus dientes la nuca, la base delcráneo
deslizar subcutáneo
todo bajo la piel
la gente que intenta leer sobre la muerte
la muerte ocurre bajo la piel. dentro del cuerpo. la muerte ocurre dentro del cuerpo. de adentro hacia afuera. La muerte tiene una dirección. te persigue siempre en un mismo sentido. lacera. humecta. roe. escama. paraliza. pica. Rasga
la muerte propia no difiere cuando ajena
toma entre sus dedos cada hueso
y lo parte una y otra vez. se introduce en cada arteria y con su filosa aleta dorsal corta abre un solo surco. produce temblores, sacudones, choca contra los órganos blandos, los ulcera, los bebe, los macera, los seca, los desgrana… la muerte paraliza y se nutre de esa quietud y se abre paso y es un nadador subacuático sediento de aire y se abre paso y busca la luz que lo enceguezca para romper la superficie

miércoles, 13 de julio de 2011

la cruz y el cordero en el mapa

que comienza a enharinar la masa de luz que ha fabricado, y la dejará leudando al calor de la media mañana; que ya amasó, suficientemente, la luz de la que se fue haciendo a sí mismo, como un dios que estuviera de balde todo ese tiempo sin más tarea que solazarse frente al espejo;

que los pájaros, que se refugian de la inclemencia luminosa, escondiéndose, bajo las ramas más pobladas de hojas, lo anuncien, como siempre, con ese plato enlozado, ordinario, de una vez por todas, que es el gorjeo matinal de los gorriones, cayendo sobre los techos sin ningún orden;

que se dibuja, tal como sucede en esos viejos mapas que servían para buscar tesoros que nadie jamás encontraba; una Cruz, un símbolo duradero, más duradero aún cuando sobre ella aparece —como recién hecho— un cordero, teñido de sangre;

que podría decirse que se trata de un cordero encarnado, eso que vemos,

y aún así no sería exacto, digamos entonces, y al fin, que se trata de un cordero, simplemente rojo-bermellón-colorado, algo así, de fábula;

que esa Cruz indica el punto de partida, porque el viaje que nos llevará, y este es el momento, y no das flores;

que de la sustancia de la luz de la mañana se fue hinchando su propia panza traslúcida hasta hacerse barriga abominable

ya sabes

las cosas que son, tienen siempre un inicio: dan flores;

un nacimiento, un punto de partida, un corporizarse, una clave de sol, una cierta magia, una costura, un añarakó[1]; sí, un canal

las cosas que son, tienen siempre un inicio: dan flores;

son engendradas, quitadas de una galera, caídas de la manga,

son

un deslizarse desde un adentro a otro adentro, y así, sucesivamente, hasta el mar último último primero[2];

no sé en qué adentro estamos ahora,

pero los puntos cardinales aquí son sólo tres, el Sur y el Norte. Se divisan además un Atrás y un Adelante, ¿adónde iré?

¿adónde ir con tanta luz; sin flores?;

no estás sentado en el mangal y no das flores

no marca el reloj las cinco y treinta de la mañana y no das flores

ya todo hace más de una hora y no das flores


[1] Añarako (Añarakó): Literalmente “la concha del diablo” o, si atendemos a la locución: “la concha de la diabla”.

[2] Último último primero: Referencia que remite a la religiosidad mbyá guaraní y sobre todo a la traducción al español hecha por León Cadogan, antropólogo paraguayo.