¿cómo fue a parar ese otro niño bajo el camión?, conjeturas ante la muerte: ¿de qué sirven si la madre levanta el cuerpo hecho trizas, blando, los huesos que ya no lo sostienen?
estábamos jugando
el hombre rubio, flaco, alto, de pelo lacio, de peinado con raya al costado, de apellido francés o suizo, el camionero de la otra esquina, el flaco, el que nunca discutía con nadie:
ya no tendrá nombre el niño muerto
ya no tendrá nombre el hombre rubio
el niño sin edad no puede ver al niño muerto
se sienta a su lado pero no hablan, es demasiado pequeño para entablar cualquier conversación y eso que hoy es lunes
estábamos jugando
ayer comimos bananas con dulce de leche porque era domingo
antes del postre hubo estofado de pollo
y mamá amasó tallarines
el niño muerto comió un pedazo de salamín, un cacho de queso de campo y un pan casero;
estábamos jugando
la tapa de latón de la botella de vino gira sobre las huellas de la burda rosca
el hueco del vaso recibe el líquido con un grito ahogado, la garganta del padre del niño muerto se resiste a los alimentos pero los hace correr con vino aunque las uvas son amargas y el tocino está rancio, la carne es desabrida y el queso tiene gusanos
la garganta del hombre rubio, flaco, alto se resiste al guiso de la comisaría, está sentado y mira a ninguna parte, los ojos azules vueltos hacia adentro no ven las rejas
momentos de asombro, ella, la madre, casi de rodillas, rasura el cuerpo entero del padre del niño muerto — él está de pie en una palangana con agua tibia y la deja hacer, hay un ritual que la lleva como si la arrastrara el viento: quiere volver a poseer la piel suave
1 comentario:
Pese a las connotaciones obvias del título el texto me gsutó mucho. La escena en que la madre está rasurando al padre y él la deja hacerlo es muy acertada. Ella no podrá dejar de ser madre y él no podrá dejar de ser hijo, son roles infinitos y eternos.
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