miércoles, 18 de febrero de 2009

la medalla de aniversario

no tenía la edad suficiente para una hallazgo de tal magnitud, aunque quizá nunca la tuviera en el futuro, de todos modos sus manos; sí, eran sus manos, arrancaron del olvido de la tierra, y ni siquiera un arqueólogo mudo lo hubiera hecho mejor, una medalla que recordaba los cincuenta años de una fraternidad, grande, gruesa, de bronce, oscura y en las manos del arqueólogo mudo sin los años suficientes para comprender su propio asombro, lo mejor de la historia era saber que nunca tendría la edad suficiente, porque también sabía que aunque, con esmero, guaradara la medalla, grande, gruesa, oscura, de bronce, se le volvería a perder.

dicho y hecho.

No hay comentarios: