miércoles, 10 de diciembre de 2008

es palabra de saramago

"EL VIAJE DEL ELEFANTE" ES UNA CRÓNICA ÉPICO-HUMORÍSTICA DEL RECORRIDO QUE REALIZÓ SALOMÓN, UN ELEFANTE PROPIEDAD DEL REY DE PORTUGAL QUE, EN EL SIGLO XVI, FUE REGALADO AL ARCHIDUQUE MAXIMILIANO DE AUSTRIA, POR LO QUE TUVO QUE VIAJAR DE LISBOA A VIENA, PASANDO POR LISBOA, VALLADOLID, ROSES, GÉNOVA...
“Es sorprendente que me haya salido un libro tan humorístico. ¿Cómo es posible que, habiéndole visto la cara a la muerte, este sea mi libro más divertido, el único en que el humor está presente en cada página? No fue premeditado, es como si el libro hubiera querido ser escrito de ese modo.”

“He tenido sueños absolutamente terroríficos, las peores pesadillas de mi vida, que olvidaría si pudiera. Nunca las recrearía en público. Al contrario de lo que Freud creía, no se puede describir un sueño porque siempre te queda algo esencial fuera, todo sueño contiene algo inefable que forma parte de su esencia.”

“Se produjo efectivamente el regalo de un elefante de un rey a otro, y el animal realizó ese viaje, pasando por las ciudades que digo. El itinerario es exacto y el hecho de que murió al año de llegar a Viena también. Pero los datos históricos caben en media página, así que no he tenido más remedio que inventar. De todos modos, no estoy seguro de que esto sea una novela: no hay una historia de amor, no hay un conflicto, desarrollo y crecimiento de personajes... es el relato de un viaje, yo lo llamaría más bien un cuento, aunque tenga casi 200 páginas.”

“El poder siempre es pomposo, lo fue en el siglo XVI y lo es todavía hoy, aunque no lo parezca tanto. Este es uno de mis libros menos políticos, aunque yo crea que, si profundizamos, todo es política siempre. En el fondo lo escribí por el final que tuvo el pobre elefante cuando se murió, ¡le cortaron las patas delanteras para hacer con ellas unos recipientes para guardar los bastones! Me pareció una injusticia enorme: ese elefante que recorrió miles y miles de kilómetros para llegar hasta Viena, sin saber por qué, ese paquidermo majestuoso que fue aplaudido por las gentes de pueblos de toda Europa a lo largo del camino, porque era un animal desconocido en la época, que salvó a una niña de ser aplastada, un trayecto tan épico... que le cortaran las patas me pareció injusto, humillante, no se lo merecía. Si eso no hubiera ocurrido no me hubiera sentido estimulado a escribir el libro. De hecho, es una metáfora sobre la vida humana.”

“La muerte no da sentido a la vida. Yo eso no me lo creo. Lo que dio sentido a la vida de ese elefante fue ese final tan cruel, destinar sus patas a un fin tan profano, tan por debajo del nivel de su epopeya. Todos somos elefantes. Soñamos que gozamos de libre albedrío pero en lo importante no lo tenemos.”

“Cuando hablamos no hay signos de puntuación. Hablamos igual que se hace la música, con sonidos y con pausas. Una interrogación no es un signo al final, es una melodía. Para mí, el lector debe tener un papel que vaya más allá de interpretar el sentido de las palabras, el lector debe poner su música, interpretar la partitura del texto de un modo muscular, de acuerdo a su respiración y su propio ritmo. En el fondo, la puntuación es lo mismo que las señales blancas pintadas en las carreteras, que intentan impedir que el conductor tenga problemas pero, tal vez, si no existiera ningún tipo de señales, todo el mundo conduciría con mucho más cuidado. Eso es lo que quiero, que me lean con cuidado.”

Una página con muchas mayúsculas es muy fea, siempre subiendo y bajando. Con la abolición —nunca total— de la mayúscula, conseguimos una página más armoniosa. Hay muchos idiomas que no la usan: el hebreo, el chino, el árabe, el japonés.”
“No quiero hablar de simbiosis entre el cornaca y el elefante, pero en el fondo el elefante hace lo que el cornaca quiere. Un elefante es un animal muy rotundo, con una presencia apabullante pero ¿qué piensa? ¿cómo siente? Como no conozco a ningún elefante, y no me parecía correcto antropomorfizarlo, eso era una tentación fácil, mi opción ha sido explicar cómo piensa su cornaca, que lo acompaña desde la India. Porque el elefante, en el fondo, es el motor de toda la historia pero un motor inconsciente, que no sabe lo que le pasa, no sabe adónde va, y esa falta de sentido es lo que conduce toda la historia.
García Márquez me contó que un día vio a un caballo que tenía las dos orejas llenas de larvas; vino un campesino, se acercó a él y empezó a hablarle con una especie de letanía y, a medida que iba hablando, ¡las larvas saltaban y se caían al suelo! Si las larvas son capaces de reaccionar a la palabra humana, ¿por qué un elefante no?”

1 comentario:

edgarrr dijo...

Señor montesino, lei su "resumen" sobre el Genesis y la mitologia guaraní... estaria interesado en adquirir alguna publicacion suya sobre ese tema en especifico si estuviese disponible. Gracias, mi email de contacto edgar-org@hotmail.com