sábado, 1 de marzo de 2008

hay que borrar las academias y hacer que no quede rastro alguno


los benevolentes de siempre dirán que otra vez me estoy equivocando, que por qué no acepto lo poco que hay en lugar de que no haya nada. a ellos les digo que no lo acepto porque sé perfectamente que podemos, que somos capaces de más y mejor. así de simple. ¿que a qué viene este comienzo atragantado? viene a raíz de la súper promoción que se le hace a las siempre vetustas academias literarias de los colegios de asunción.
la organización en academias proviene de la dictadura, todos lo sabemos, es un tipo de organización autoritaria y conservadora que no tiene absolutamente nada que ver con el grupo etario que participa de ella: los jóvenes, adolescentes y estudiantes secundarios.

hay quienes insisten con las academias como por ejemplo rubén bareiro saguier, aunque creo que en este caso se trata de una cuestión más bien sentimental pues, en algún momento, los escritores noveles se refugiaron dentro de esas estructuras insospechadas de revolucionarias por la dictadura. pero hay quienes las difunden y promueven como fernando pistilli y otros de su misma “estirpe” con el ánimo de fomentar el conservadurismo y sobre todo de que la literatura hecha en nuestro país no tenga ningún tipo de proyección. lo hacen por miedo a perder los beneficios soqueteros que han conseguido a través de su participación en los gobiernos que hambrearon y hambrean a nuestro pueblo. ellos son ni más ni menos co-responsables de la desnutrición, de la pobreza, del embrutecimiento producido por la deserción escolar y otras joyitas por el estilo. no me estoy quejando de balde. todos lo sabemos


¿pero las academias qué tienen que ver con esto, no estaré exagerando? para nada. se cosecha lo que se siembra. si sembramos pasto camerún no podemos pretender cosechar espigas de trigo. los chicos que sienten deseos de escribir son encajados en estas estructuras que a imagen y semejanza de las academias de la lengua, la historia y la mar en coche tienen miembros de número y publicaciones y sesiones con actas… una serie de formalismo imbéciles, nada más alejado de la propia realidad de los jóvenes. hay que buscar de forma urgente nuevas estructuras o desestructuras que puedan fomentar la creatividad y la creación y no cercenarla como sucede hasta ahora con esos mecanismos medievales

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