martes, 12 de febrero de 2008

historia universal de la infancia

algún secreto habrán dejado caer (capítulo 21)

es la hermana del niño sin edad y vuelven a la casa sin recordar de dónde: sí recuerdan que cambiaron revistas usadas por otras revistas usadas, las eligieron minuciosamente:

un nocturno por otro nocturno,

una fantasía por otra fantasía,

un bésame por otro bésame,

un intervalo por otro intervalo

se cruzan, de frente con el desgarbado, con sus firmes, estentóreos y amarillos pasos, la figura en acción del loco barrios, justo antes de alcanzar la esquina

el humo de la colilla, los labios quemados: el padre del niño sin edad se ha detenido algunas veces a convidarle un cigarrillo

camina desde el amanecer hasta la noche y luego se sienta en una piedra en la vereda de su casa, frente al surtidor público, a veces, a esa hora aún hay carros aguateros rezagados, con sus tanques de doscientos litros, con sus caballitos cansados, con sus perros y sus baldes de lata

su cara huesuda no se inmuta, es apenas un olvido entre el acto de juntar colillas y el acto de caminar a toda velocidad dando la vuelta tres mil diecisiete a la ciudad

para qué detenerse

la tierra acaso se detiene

sólo la noche deja en suspenso aquello que gira desesperadamente

ella se hace la muerta en plena calle, es la loca barrios, fabulosa coincidencia de apellidos. viene siempre de las casillas, siempre está viniendo y acostándose, atravesada, en medio de la calle interrumpiendo el tránsito de los camiones

es morena, flaca, joven, su pelo lacio está como tiene que estar: sucio y opaco — la madre del niño sin edad jamás le ha dado nada: ni comida, ni vestidos, ni cigarrillos: ella también fuma mucho

los dos parecen saber el secreto de las cosas que se mueven:

hay que detenerlos

algún secreto habrá dejado en la cerca vegetal del vivero

busca con los ojos, escucha atentamente, huele el aire, lo aspira, lo muerde, avanza hacia el borde de la calle de broza y se llena las manos con aquella tierra amarillenta

el niño mira pasar a los locos, los mira desde la puerta de su casa: primero es el amanecer, después es el sol, alzándose con furia a las once de la mañana:

algún secreto habrán dejado caer y andará por ahí

el niño sin edad lo intenta

quizás pueda encontrarlo y comienza a caminar alrededor de la casa

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