jueves, 21 de febrero de 2008

qué cosas me trae esta danza aérea

cuando simplemente me detengo absorto. cuando atravieso un estudio de televisión, saludo a siete personas, cruzo atolondradamente, llego a la vereda y pasmado sólo atino a ser un centro de atención que mira a otro centro de atención. la maravilla de las golondrinas, el ataque y contraataque de sus vuelos a la misma altura o en diferentes niveles en dos tres o cuatro bandadas, en dos, tres o cuatro direcciones diferentes. Quedarse ahí viéndolas ir y venir. viendo cómo se acrecienta su número. qué sentirán lanzadas en el aire a setenta kilómetros por ahora, los picos señalando el rumbo y la vista fija en los pechos de las que vienen en dirección contraria y no se mueven del mismo túnel de aire, no salen del camino hasta que obligan o tuercen. qué sentirán en ese final con caída libre parecido a la estela de una batuta que luego de recorrer las alturas cae entre las sombras de la ropa del director de orquesta repentinamente. qué sentirán en esa caída que en tirabuzón hacen para ganarse un lugar a la hora del descanso. hay que estar ahí para verlas caer sobre las copas gigantescas de los mangos. hay que estar ahí.

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